22 de agosto de 2009

El Riesgo Estratégico


Por Alejandro Correa (1)

Se dice que a mayor riesgo, mayor rendimiento, pero una vez que decidimos encaminarnos en algún proyecto ¿qué pasa si mitigamos ese riesgo?, ¿se reduce también la rentabilidad proyectada?. Anteriormente, se decía que poseer una alta calidad implicaba altos costos, hasta que los japoneses demostraron lo contrario pensado de manera distinta y cambiando algunos procesos productivos, pasando ésto a ser, tan solo un antiguo paradigma. Quizás entonces, el tema del riesgo y el rendimiento también pase a ser un paradigma, si gran parte de ese riesgo depende principalmente de nosotros.

Cuando hablamos de riesgo, podemos referirnos a éste, como la probabilidad de tener éxito o fracasar dada una acción específica. En el caso de una empresa, pudiésemos hablar sobre la creación de nuevos productos, el ingreso a nuevos mercados, el conseguir nuevos clientes, modernización de su sistema informático, optimización de procesos, contratar un nuevo Gerente General, entrar en un proceso de fusión, etc. Todas estas acciones traerán consecuencias sobre el negocio, que podrán ser tanto beneficiosas para la empresa como negativas, lo cual en el peor de los casos pudiese llevar al cierre de la misma. Los líderes de las empresas más exitosas de la actualidad no asumen los riegos, los modelan. Piensan continuamente en implementar y desarrollar estrategias para reducirlos y transformarlos en oportunidades que harán crecer el negocio. Por ejemplo, sabía usted que el proyecto de automóvil híbrido Prius de Toyota, presentaba un riesgo de entre mil y dos mil millones de dólares que perdería la compañía si éste fracasaba. Actuando a tiempo y tomando las medidas adecuadas, la compañía pudo reducir el riesgo y el vehículo para 1997 ya se estaba vendiendo en Japón. Hoy en día, dada la realidad económica y la búsqueda por conservar los recursos naturales y el ambiente, una nueva versión del vehículo saldrá al mercado americano para el 2010. Uno de los problemas que se presentaron en el desarrollo del vehículo fue el lento proceso en el flujo de la información. Al principio, si algún trabajador del equipo encontraba un problema, se lo hacía saber a su jefe, y si este no podía resolverlo le comunicaba a su superior. Esto representaba un costo para el proyecto y un riesgo presente ante la posibilidad de tener éxito. La solución fue crear una especie de red social, en donde si alguien del equipo tenía un problema que no podía resolver lo publicaba; y así, cualquier miembro del equipo que tuviese una solución la presentaba, sin tener que pasar por la tediosa estructura piramidal.

Un factor clave del fracaso, es el confiar demasiado en nuestra intuición y sentido común, a veces queremos hacer las cosas apresuradamente, así como el no recurrir al personal experto que tenemos a disposición. A veces no aprovechamos a los especialistas en nuestras empresas y dejamos de consultarles y pedirles su opinión en cuanto a una acción a tomar. Para hallar soluciones se necesita ver el problema desde distintos ángulos. Si usted ofrece un discurso frente a una sala llena de personas y tiene una mancha en la frente, el único que no verá la mancha es usted, aunque sea la persona más cercana a ella.

Considero un error, el cual he presenciado en muchas empresas el resolver los problemas según el famoso refrán popular “como vaya viniendo, vamos viendo”. En diversas asesorías, hemos advertido sobre riesgos latentes que quizás el día de mañana pudiesen pasar de ser simplemente una debilidad a un gran problema. Sin embargo, el empresario, al ver que la empresa se encuentra en un periodo de bonanza y que todo marcha bien, hace caso omiso y piensa que ese escenario, en el cual ese pequeño problema, pudiese convertirse en uno grande, nunca llegará. Este es un grave error y muchas empresas hoy en día son víctimas de esta realidad, muchas empresas pensaban que el tener el 90% de sus ventas bajo la dependencia de un solo cliente no tenía nada de malo, que el contar con un único proveedor para un tipo de materia prima o insumo estaba bien. A veces ya es muy tarde, cuando queremos tomar manos en el asunto. En un país como Venezuela, donde prácticamente vivimos en una constante incertidumbre, no debemos menospreciar ninguna debilidad presente en el negocio.

¿Cómo podemos medirlo?

Cuando hablamos de riesgo, automáticamente pensamos que tanto nos afecta, pudiésemos pensar en mucho o poco, pero si queremos mitigarlo debemos cuantificarlo, ya que de lo contrario no sabremos durante el proceso que tanto lo hemos minimizado. Si usted le encargase un proyecto a alguien de su equipo y le preguntara sobre el avance del mismo, y dependiendo de esta respuesta usted decidirá si contrata o no, dos personas más para cumplir con el tiempo estimado del proyecto, le gustaría que su empleado le respondiera: “hemos avanzado bastante” o “el proyecto presenta un 65% de avance”.

Suponga por ejemplo, que desea lanzar un nuevo producto al mercado, si deseamos cuantificar el riesgo, un comienzo sería revisar el número de anteriores productos desarrollados por la empresa que han sido exitosos entre el total, o quizás la aceptación de otros productos parecidos desarrollados por otras compañías sobre los existentes en el mercado. Esto, nos pudiese dar una primera idea sobre la conveniencia o no, de entrar en el proyecto. Un segundo paso, sería realizar el estudio de factibilidad respectivo y ver si es rentable o no.

Hoy en día, existen muchas herramientas estadísticas que nos pueden hacer más fácil, el cuantificar el riesgo. Sin embargo, debemos estar conscientes que habrá riesgos que podremos controlar, como los presentes en la empresa y otros que no, como los que presenta el entorno. En algunos libros, se les denomina riesgo sistemático y no sistemático pero no profundizaré al respecto.

¿Qué hacer ahora?

Una vez detectado el riesgo y cuantificado, debemos evaluar si se puede eliminar, minimizar o sacarle provecho. Si por ejemplo dependemos de un tipo de materia prima específico para nuestro producto cuyo precio varía constantemente, un incremento del precio podría poner en riesgo el proyecto. Por lo tanto un contrato a futuro, donde el proveedor nos venda a un precio acordado por los próximos seis meses minimizaría este riesgo. Otro enfoque sería el aprovechar el riesgo existente y poner en marcha la creatividad. Proponer a su equipo de investigación y desarrollo, el tratar de hacer el mismo producto con otro tipo de materia prima, lo cual pudiese inclusive mejorar el producto y hacerlo menos costoso. Suponga el caso de algún tipo de comestible, el cual no es aceptado por el consumidor debido a su corta duración. Si usted logra alargar la vida de ese producto, no cree que aumentaría su participación en el mercado.

Para citar un caso reciente, coloco el ejemplo del iPod. Unos de los problemas al crear este maravilloso aparatico era conseguir llenarlo de canciones, de una manera legal, es decir que las personas pudiesen descargar las canciones sin infringir las leyes. Para esto, era necesario negociar con las disqueras y artistas quienes poseían los derechos de autor, lo cual no fue nada fácil, pero Steve Jobs aceptó el desafío y luego de muchas largas negociaciones logró un acuerdo exitoso, generándose el iTunes Store de donde podemos bajar canciones de alta calidad y a un precio justo.

Examine todas las posibles fallas y problemas, utilice la tecnología, pida la opinión de otras personas y tenga presente al menos tres escenarios: el optimista, el esperado y el pesimista.

Espero, les haya sido de ayuda.

(1): Alejandro Correa es Socio - Director de Consultores V.M. 336, firma profesional venezolana dedicada a la consultoría profesional en Planificación Estratégica, Gobierno Corporativo y Diseño Organizacional.

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