Una estrategia de sostenibilidad empresarial no alineada con nuestro entorno supone una mala elección de las ventajas competitivas. Los entornos cambian rápidamente y el marco estratégico siempre debe ser coherente para la efectividad del control de gestión, por lo que la adopción de nuestra estrategia debe contener, en sí misma, la cadena de creación de valor de la organización, permitiendo su alineación con la estructura y procesos, al tiempo que debe propiciar la implantación de un sistema de gestión sostenible y la construcción de indicadores para alcanzar los niveles de desempeño deseados, propiciando que el direccionamiento estratégico y la realidad del día a día vayan por el mismo camino, lo que hace necesaria no sólo la definición de una buena estrategia, sino el asegurar que ésta pueda ser entendida y compartida por todos en la organización, logrando una participación activa en el proceso de difusión como condición para asegurar el compromiso y la credibilidad en la estrategia.
Sin embargo, lograr ese direccionamiento para la creación de valor a nivel de toda la organización no es tarea fácil y, en la mayoría de las ocasiones, llega a recibir menos importancia que la generación de valor en las unidades de negocios, enfocándose las prioridades, acciones y recursos hacia las partes y no hacia el todo, sin coordinación alguna entre ellas, duplicando esfuerzos, agregando costos innecesarios y disputándose los mismos clientes, sin que ello se traduzca en mejores resultados.
Ninguna organización puede funcionar adecuadamente si las distintas unidades que la conforman actúan como compartimientos estancos, aislados, que no mantienen relación con el resto de la organización; por ello, es imperativo remover las barreras existentes entre las personas, las áreas funcionales y las unidades para poder aprender a trabajar juntos como un verdadero equipo, como un todo indivisible en el que sus componentes interactúan entre sí para lograr los objetivos y resultados previstos, sin que ello signifique nuestra acción individual a expensas del todo ni actuar como un grupo en donde el interés sea únicamente el de mantener cuotas de poder dentro de los círculos de influencia, sino totalmente integrados y alineados hacia el logro de una meta común: ¡el éxito!
Algunas recomendaciones para la adopción de una estrategia de sostenibilidad
- Identifique sus objetivos estratégicos, incorporando la RSE como un aspecto medular del ADN corporativo.
- Adopte un esquema de alineamiento estratégico de la organización con sus objetivos estratégicos de RSE.
- Integre el marco estratégico con su cadena de valor, estructura organizativa, procesos y el desarrollo de los negocios dentro de un esquema de gestión integral de la RSE.
- Seleccione los indicadores de sostenibilidad que conformarán su esquema de medición de gestión. Recuerde que aquello que no se mide no se puede gestionar, y si no se controla se hace mal o se deja de hacer.
- El manejo de indicadores de gestión nos permite visualizar el cumplimiento o no de nuestros objetivos estratégicos en materia de sostenibilidad y RSE.
- Para cada indicador de gestión debemos fijar metas bien definidas, ambiciosas pero posibles.
- Equilibre sus operaciones de corto plazo con los objetivos de largo plazo para asegurar una ejecución estratégica exitosa.
- Recuerde que los procesos operacionales y estratégicos son esenciales para un desempeño superior, pero funcionan de maneras muy diferentes.
- Mantenga el seguimiento y revisión de todos sus procesos críticos.
- Propicie un entorno participativo de gestión para el desarrollo de un modelo mental común en la organización (visión compartida).
Imagen:
Playa Caracolitos.
Estado Miranda, Venezuela.
(c) 2011. Luis Carapaica
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