San José Gregorio Hernández: la virtud como destino



La canonización del Dr. José Gregorio Hernández representa un momento de profundo regocijo para Venezuela y todos los venezolanos. No se trata solo de un reconocimiento religioso, sino de una afirmación ética y espiritual: la confirmación de que la virtud, cuando se ejerce con constancia, puede trascender el tiempo y convertirse en luz para todo un pueblo.

 
Su vida fue una lección de humildad intelectual y de grandeza moral, vivida con sencillez y dedicación. Médico, científico y creyente, entendió que el conocimiento sin ética se vacía de sentido, y que la ciencia encuentra su propósito cuando sirve a la vida. Su fe nunca fue un refugio, sino un impulso para actuar con integridad; una guía para unir la razón con el bien.
 
El Dr. José Gregorio Hernández nos enseñó que la “virtud es la constancia de cumplir con el deber”, y que la práctica del bien no se improvisa: se construye día a día, con disciplina, conciencia y humanidad. También advirtió que “el error es el veneno de la inteligencia”, recordándonos que solo el estudio, el rigor y la verdad pueden preservar la lucidez moral de una sociedad.

Su humor y su sabiduría convivían con naturalidad. Una de sus tantas anécdotas nos lleva a sus clases en el Hospital Vargas, ante un estudiante distraído, a quien en su momento le preguntaba:

—¿Cuál es su profesión?
—¡Soy estudiante!
—¿Y por qué no la ejerce?

En esa respuesta, sencilla y certera, cabía toda una pedagogía sobre la responsabilidad, la coherencia y el valor de actuar y no desaprovechar el tiempo y las oportunidades.
 
Hoy, su canonización nos invita a la reflexión, a mirar más allá de los altares, a comprender que el verdadero milagro está en la coherencia entre el pensar, el decir y el hacer. Nos recuerda que el país también puede sanar cuando cada ciudadano asume su deber con constancia y su vida con humildad y propósito.
 
San José Gregorio Hernández no solo representa hoy la fe; encarna la inteligencia ética y la vocación de servicio que nuestra Venezuela necesita para reencontrarse consigo misma. 

Su santidad no se explica por un acto extraordinario, sino por una vida coherente y luminosa; una vida que nos inspira a seguir adelante con humildad y constancia, recordándonos que la esperanza no se espera: se construye cada día con fe, con empeño, dedicación y con amor al bien.


¡San José Gregorio, ruega por nosotros!


 
 

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