Diseñar para durar: de Braun a Apple y la lenta erosión de la innovación


El minimalismo como ética: lo que Apple aprendió de Dieter Rams… 
y lo que parece haber olvidado
 



En un entorno empresarial dominado por la eficiencia, la escala y la optimización, el diseño corre el riesgo de perder su dimensión ética. Y esto no va solo de Apple: va de cómo una empresa puede dejar de significar, incluso mientras crece, optimiza y mejora sus resultados.
 
Hay objetos que no buscan llamar la atención y, sin embargo, terminan definiendo una época. No gritan, no compiten, no se imponen. Simplemente están allí, funcionando con una naturalidad tal que se vuelven invisibles. Ese es, quizás, el mayor logro del buen diseño: desaparecer para dejar espacio a la experiencia humana.
 
En un mundo saturado de estímulos, el minimalismo no es una moda estética. Es una postura ética. Una forma de decir: solo lo necesario, lo esencial, lo que aporta sentido. Y pocas tradiciones han encarnado esa ética con tanta coherencia como la que conecta a Dieter Rams, desde Braun, con Jony Ive, desde Apple.
 
No se trata de genealogías ni de influencias explícitas, ni de establecer líneas de copia o herencia directa. Se trata de una escuela de pensamiento ampliamente documentada y debatida en el ámbito del diseño industrial y la experiencia de usuario: una forma de entender el diseño como equilibrio entre función, belleza, uso y tiempo. Numerosos análisis han abordado esta relación desde una perspectiva histórica; aquí el interés no es reiterarla, sino interrogar sus implicaciones estratégicas en el presente.
 
Dieter Rams:
Cuando el diseño es responsabilidad

 
 Dieter Rams

Dieter Rams no diseñaba objetos para ser admirados, sino para ser usados durante años sin cansar. Su célebre principio, “Weniger, aber besser” (menos, pero mejor), no era un eslogan, era una advertencia.
 
Para Rams, el diseño debía:
  • Ser honesto.
  • Ser discreto.
  • Ser útil.
  • No dominar al usuario.
  • Resistir el paso del tiempo.
Los productos Braun no buscaban protagonismo. No pretendían ser el centro de atención del espacio. Por el contrario, estaban pensados para convivir con la vida cotidiana, sin imponer un estado de ánimo ni una narrativa artificial.
 
Rams entendía algo esencial, heredado del pensamiento moderno europeo y del espíritu de la Bauhaus: cuando el diseño estorba, fracasa. El célebre «menos es más», atribuido a Mies van der Rohe, no era una consigna estética, sino una disciplina intelectual: eliminar lo superfluo para permitir que la función, la forma y el sentido coincidan.
 
Ese enfoque convirtió a Braun en algo más que una marca: la transformó en una referencia moral del diseño industrial y, al mismo tiempo, en una lección estratégica poco frecuente: diseñar para durar no es una decisión estética, sino una forma de pensar el negocio en el tiempo.

Jonathan (Jony) Ive y Apple: 
el minimalismo convertido en experiencia
 
         Dieter Rams & Jony Ive

Décadas después, Jony Ive llevó esa ética a otro territorio. Ya no se trataba solo de objetos físicos, sino de ecosistemas completos. Hardware, software, interfaz, empaques, tiendas, gestos, rituales, toda una cultura.
 
Apple no solo diseñó productos; diseñó experiencias coherentes, donde todo parecía responder a una misma lógica silenciosa.
 
El minimalismo de Ive no era frío ni distante. Era emocional.
Donde Rams diseñaba para desaparecer, Ive diseñaba para conectar.
 
Ese mismo principio lo analizamos en nuestro artículo sobre las Apple Store, en donde señalábamos cómo el espacio comercial deja de ser un lugar de venta para convertirse en una experiencia casi museística, limpia, abierta y sin fricción: “El diseño no está para impresionar, sino para guiar sin ser notado”
(Apple Store: el arte invisible del diseño, GCO Estrategia & Negocios). Allí, como en los productos, nada sobra. Nada distrae. Nada interrumpe.

El punto de inflexión: cuando la eficiencia comienza a superar a la visión
 
Sin embargo, el diseño - como la innovación - no vive aislado. Depende de la cultura que lo protege.
 
Tras la muerte de Steve Jobs, Apple entró en una nueva etapa. Tim Cook ha sido, sin discusión, un CEO extraordinario: eficiente, estratégico, impecable en la ejecución, brillante en la generación de valor y en la gestión de una de las cadenas de suministro más complejas del planeta.
 
La crítica no es gerencial. Es estratégica y cultural.
 
Apple no dejó de diseñar bien.
Apple dejó de arriesgar desde el diseño.
La innovación se volvió incremental.
El diseño, progresivamente, pasó de ser motor de visión a ser variable optimizada.

La prioridad se desplazó hacia el rendimiento, la utilidad, el margen, la escala. El equilibrio, tan delicado, entre innovación y capitalización comenzó a inclinarse hacia un solo lado y en empresas como Apple, ese tipo de desplazamiento no se manifiesta de forma abrupta ni dramática. Ocurre de manera gradual, casi imperceptible, como una erosión silenciosa.
 
Cuando el diseño deja de ser pregunta
 
Rams entendía el diseño como una pregunta abierta.
Ive lo entendía como una conversación constante.
 
Hoy, Apple parece haberlo convertido en una respuesta cerrada. Funciona. Vende. Escala. Optimiza. Pero inspira menos. Sorprende menos. Arriesga menos.
 
La salida de Jony Ive de Apple no debe leerse como un simple movimiento de carrera, sino como una señal cultural. Ive no se fue porque hubiera agotado su talento, sino porque el espacio para cuestionar, tensionar o incomodar parecía haberse estrechado. Cuando el diseño deja de ser un lugar de diálogo real con la estrategia, el creador termina sobrando, aunque el negocio siga funcionando.

El diseño, entonces, ya no lidera... ¡acompaña!

No es casual que Ive haya optado por fundar su propia firma de diseño, recuperando autonomía creativa y sentido de propósito, ni que hoy explore nuevas fronteras junto a OpenAI, precisamente uno de los actores que más claramente está redefiniendo la relación entre tecnología, experiencia y humanidad. Tampoco es menor el simbolismo de que uno de sus principales respaldos - tanto moral como financiero - sea precisamente Laurene Powell Jobs, viuda de Steve Jobs. Más que una anécdota, es un gesto cargado de significado: el legado creativo de Apple parece hoy buscar continuidad fuera de la propia Apple.
 
Minimalismo, Bauhaus e innovación con propósito
 
El minimalismo auténtico no busca reducir por reducir. Busca enfocar.
Eliminar lo superfluo para que lo esencial respire.
 
Cuando una organización olvida eso, el minimalismo se vuelve estético, pero deja de ser ético. Y cuando el diseño pierde su ética, la innovación pierde profundidad.
Diseñar para durar no es solo una decisión formal. Es una decisión estratégica.

 
Claves del diseño minimalista en Braun y Apple (y su traducción estratégica)
 
Lo que ambas marcas comparten:
  • Claridad funcional absoluta.
  • Rechazo del ornamento innecesario.
  • Coherencia visual sostenida en el tiempo.
  • Diseño que no compite con el usuario.
  • Estética que envejece bien. 
Lo que las diferencia de las marcas promedio: 
  • Diseñan sistemas, no productos aislados.
  • El diseño es parte de la cultura, no un departamento.
  • Menos opciones, pero mejores decisiones (priorización de portafolio y enfoque estratégico).
  • La experiencia es tan importante como la función.
  • El silencio visual como ventaja competitiva.
De Apple a tu estrategia
 
Diseñar para durar implica asumir que la innovación no siempre se mide en funcionalidades nuevas ni en mejoras marginales de rendimiento, sino en la capacidad de una organización para seguir haciéndose preguntas incómodas. Cuando el diseño deja de ser un espacio de exploración y se convierte solo en una variable de eficiencia, la empresa puede seguir creciendo, pero corre el riesgo de dejar de significar.
 
Quizás ese sea hoy el verdadero desafío de Apple, y de muchas organizaciones exitosas: recuperar el diseño no como ornamento ni como ventaja estética, sino como conciencia estratégica, capaz de equilibrar negocio, tecnología y humanidad.
 
La pregunta queda abierta hoy a todo líder: ¿en tu organización el diseño y la innovación, en sentido amplio, siguen haciendo preguntas incómodas o se limitan a optimizar lo que ya existe?
 
 
 
 

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