11 de julio de 2012

Diplomacia Pública 2.0: ¿El nuevo paradigma del modelo de relaciones internacionales?




“¡Dios mío, es el fin de la diplomacia!”
Lord Palmerston (1784-1865)


Esta célebre frase de Henry John Temple, Lord Palmerston, diplomático británico y en dos ocasiones Primer Ministro, expresada en 1860 al recibir el primer mensaje telegráfico utilizado por el servicio exterior inglés, marcó el inicio de una primera etapa de transformaciones para la diplomacia, una de las disciplinas más conservadoras de la historia, revolucionando en su momento el acceso estratégico a la información bajo la premisa de que ésta es poder, pero sólo cuando se transmite al público adecuado y en el momento justo. Desde entonces, la denominada “diplomacia de télex” propició cambios significativos en las formas y maneras de hacer las cosas por parte de las Cancillerías, manteniéndose como un estándar hasta años recientes, cuando el impacto de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) convergentes en la Internet, la web 2.0 y el protagonismo de las redes sociales han dado lugar a un vuelco de los patrones comunicacionales tradicionales, haciendo sentir su peso en el modelo de relaciones internacionales.

Asistimos hoy a la segunda etapa de transformación de la diplomacia, pasando de la diplomacia de télex a la Diplomacia Pública 2.0, dominada por y para los usuarios de las redes sociales, quienes a diario interactúan en tiempo real dentro de un inmenso laboratorio global de relaciones humanas que ha tenido una incidencia directa en el comportamiento de las sociedades contemporáneas. La interacción dentro de las redes sociales ha fortalecido la dialéctica, la comunicación directa con los grupos de interés, la solidaridad, el compartir conocimientos y confrontar opiniones dentro de un nuevo modelo de comunicación de alto impacto en el que los Estados ya no pueden controlar el acceso, los contenidos, la influencia y el intercambio de información por parte de los ciudadanos.

El nuevo ciudadano ha dejado de ser un sujeto pasivo para convertirse en un hiperusuario que actúa en múltiples situaciones y entornos diferentes, siendo innovador, proactivo y exigente, manteniéndose actualizado de todo cuanto sucede a su alrededor y en el contexto de la “aldea global” de la que nos hablaba  Marshall McLuhan, por lo que puede influir, orientar, cuestionar o apoyar los actos, políticas y las decisiones de los Estados en el mismo momento en que se adoptan, quedándose éstos últimos desfasados en su capacidad y velocidad de respuesta frente a la inmediatez de los acontecimientos y las noticias globales.  Frente a este escenario, la nueva diplomacia ha desplazado el eje medular del poder desde las Cancillerías y las Misiones Diplomáticas (1) hasta otros ámbitos descentralizados, dando lugar a una amplia multiplicidad de actores no tradicionales pero que pueden manejar, incluso, mayor poder relativo que los propios Estados; por ello, los actuales procesos de negociaciones internacionales, la suscripción de acuerdos y/o de alianzas estratégicas, así como la toma de decisiones por parte de los gobiernos, ya no pueden llevarse a cabo sin tomar en cuenta a la opinión pública, que no se circunscribe al ámbito local sino que tiene un carácter e impacto global a través de las redes sociales. 

Esta situación ha generado, además, modificaciones significativas en las actividades, procesos y en el día a día operativo de las misiones diplomáticas, expresadas en la necesidad de contar con una política comunicacional ágil, transparente y efectiva, que les permita atender en tiempo real las demandas de información, manteniendo siempre presente que deben competir directamente con los medios tradicionales, así como como con todas las redes de información de sus grupos de interés, propiciando la comunicación, moldeando y promoviendo el debate, pero con la gran diferencia de que el público objetivo de hoy es el ciudadano común y corriente que desde su hogar, su trabajo o desde la calle está interactuando con la realidad, consciente de que con un simple Smartphone asume un rol protagónico dentro del rompecabezas estratégico de la comunicación global, generando opinión y motivando cambios en todo momento.

La Diplomacia Pública 2.0 permite capitalizar una de las virtudes más destacadas de la web 2.0: el conectar a la gente independientemente de donde se encuentre, generando nuevas formas de relacionarse, despertando su creatividad, innovación y el espíritu de colaboración bajo un sentido de transparencia, credibilidad e interacción, que permita el desarrollo de espacios alternativos para canalizar los conflictos y las diferencias sin la amenaza de la violencia, la intimidación y el irrespeto de los derechos humanos.  Sin embargo, no debemos incurrir en el error de considerarla sólo como una nueva tecnología de información o como el escenario de lo espontáneo, en donde todo puede darse sin orden ni concierto, ni como una simple estrategia de relaciones públicas, la Diplomacia Pública 2.0 es una competencia de liderazgo responsable, participativo e inclusivo, que requiere de tiempo, dedicación y compromiso para poder convertirla en el factor acelerador del nuevo mapa de las relaciones internacionales.  Bien lo resume David Miliband, ex Secretario de Estado de Asuntos Exteriores del Reino Unido, 147 años después de Lord Palmerston, al expresar “…la nueva diplomacia es a la vez pública y privada, tanto de masas como de élites, en tiempo real y, al mismo tiempo, deliberativa”.


(1):  A los efectos de este articulo entenderemos por Misiones Diplomáticas todas las representaciones acreditadas por un Estado ante otro, además de los organismos y otros foros multilaterales, y no sólo a sus Embajadas y Consulados.



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