Del Color que Inspira a la Estrategia que Transforma
“…se me acercó el profesor José Rafael González y me dijo: ¡Chico! ¿cómo estás pintando esa vereda en blanco y negro? ¿no ves esos azules, esos violetas, malvas, verdes cinabrio que se reflejan en el piso?
Me sentí completamente ciego… en un instante tuve una revelación. Comprendí que yo no veía. Yo, simplemente, miraba. Fue el despertar a la euforia del color, euforia que conservo hasta hoy…”
Carlos Cruz-Diez(1923–2019)
Hay instantes que no solo cambian el rumbo de un artista, sino que transforman la manera en que una sociedad entera puede interpretar su propio futuro. Para el maestro Carlos Cruz Diez ese instante llegó como un impacto visual, un destello que rompió el hábito de mirar para abrirle paso al acto de ver. Y en esa diferencia sutil, pero determinante, se esconde una lección profunda para el mundo de la estrategia, la sostenibilidad y la toma de decisiones. Porque, como bien lo intuía, mirar es un gesto automático… ver, en cambio, es una práctica consciente.
Mirar mantiene el mundo tal como lo creemos; ver lo transforma.
El color como experiencia humana:
la lección sostenible de Cruz Diez
Muchos interpretan la obra del maestro Cruz Diez como un despliegue estético; otros, como un juego sensorial entre luz y percepción. Pero muy pocos reconocen que en su visión existe un principio profundamente alineado con los pilares de la sostenibilidad: la realidad cambia cuando modificamos nuestra forma de relacionarnos con ella.
Cruz Diez sostenía que el color no es un atributo fijo, sino un acontecimiento que emerge en la interacción entre el ser humano, la luz y el espacio. Esa idea contiene una metáfora poderosa sobre nuestra relación con el planeta: No existen soluciones sostenibles sin el encuentro entre conciencia, interacción y corresponsabilidad.
De la vereda a la estrategia: ver lo invisible para construir lo posible
“No podemos contentarnos solo con mirar”, repetimos ahora desde la experiencia gerencial, “tenemos que ver un poco más allá de lo cercano y lo conocido”. Porque las empresas que se limitan a mirar su entorno quedan encerradas en un blanco y negro estratégico.
La intersección que importa:
luz que revela, color que dialoga, responsabilidad que guía…
En la obra del maestro, la luz activa el color, y el color dialoga con el espectador. En la sostenibilidad ocurre lo mismo: transparencia, diálogo y estrategia.
La sostenibilidad como espacio estético:
Construir belleza también es construir futuro.
El arte nos recuerda que el futuro también puede convocarse desde la belleza, la humanidad y la armonía. Las organizaciones que comprenden esto adoptan un liderazgo que inspira en lugar de imponer.
El color que transforma la estrategia
Cruz Diez nos enseñó que la luz revela; por analogía, la empresa sostenible debe iluminar. Que el color dialoga; la empresa responsable debe escuchar. Y que la sostenibilidad es un fenómeno vivo que se construye, cada día, con decisiones más humanas y armoniosas.
El líder que aprende a ver:
liderazgo responsable desde la perspectiva de Cruz-Diez
Si trasladamos esta revelación a la figura del líder contemporáneo, podemos afirmar que ya no se le exige únicamente saber mirar indicadores, balances o proyecciones. Hoy se espera de él la capacidad de ver las capas profundas de la realidad social, ambiental y humana sobre la que impactan sus decisiones.
A la luz del pensamiento del maestro Cruz-Diez podemos comprender que la sostenibilidad, al igual que el color, no es una propiedad fija ni un adorno estratégico. No se “agrega” en un informe de gestión ni se limita a un capítulo en un reporte corporativo. Es un acontecimiento vivo, que surge del encuentro entre la organización, su entorno y la conciencia de quienes la lideran; es aquí, precisamente, donde una de sus reflexiones cobra una fuerza medular para el mundo gerencial y empresarial: “La línea no es un elemento estético en mi trabajo, es el medio más eficaz que pude encontrar para multiplicar las zonas críticas de visión entre dos planos de color…"
Desde esta visión, la estrategia deja de ser una línea recta, rígida e inmutable. Se convierte en un espacio de encuentro entre múltiples planos: lo económico y lo social, lo ambiental y lo cultural, lo corporativo y lo humano, el presente inmediato y el futuro que deseamos construir.
El líder socialmente responsable se transforma, así, en un creador de “zonas críticas de visión”, espacios donde las preguntas valen más que las respuestas automáticas, en donde se desafían los antiguos modelos y las nuevas ideas, aparentemente inestables, dan origen a soluciones más conscientes y sostenibles. Al igual que las gamas cromáticas inestables que menciona Cruz Diez, la sostenibilidad no es cómoda ni predecible, es un proceso dinámico, sensible al contexto, que exige intuición, técnica, humildad y, sobre todo, una profunda capacidad de observación.
El liderazgo de hoy, visto desde esta perspectiva, se asemeja cada vez más a la práctica artística: no busca controlar la realidad, sino interpretarla con responsabilidad; no pretende imponer una forma única, sino hacer visibles sus múltiples dimensiones; no persigue únicamente eficiencia, sino coherencia, sentido y trascendencia. Así, la empresa deja de ser un espacio en blanco y negro y comienza a revelarse como un gran campo cromático de posibilidades, en donde cada decisión, por pequeña que parezca, puede convertirse en un acto de conciencia, un gesto de respeto al entorno, una pincelada de futuro compartido.
Unas líneas para la reflexión…
Tal vez el mayor desafío del presente no está, contrario a lo que parece, en innovar en tecnología, en procesos o en mercados, sino en atrevernos a cambiar la forma en que miramos el mundo; porque cuando la mirada cambia, cambian también las preguntas… ¡y cuando cambian las preguntas, nacen nuevas respuestas!
En tiempos de crisis climática, desigualdad social y profunda incertidumbre, el verdadero liderazgo ya no se mide por la capacidad de ver más lejos en el horizonte, sino por la valentía de ver más profundo en la realidad que nos rodea. Se trata de abandonar la ilusión de estar por encima del paisaje y reconocernos, con humildad y conciencia, como parte indivisible de él. De comprender, como en la obra del maestro Cruz Diez, que no somos observadores externos, sino fragmentos activos de una composición mayor, atravesada por la luz, el tiempo, la interacción y una responsabilidad que necesariamente es compartida.
Tal vez el verdadero futuro sostenible comience cuando dejemos de mirar el mundo como si fuera ajeno… y empecemos, por fin, a verlo como nuestra más grande obra compartida, devolviéndole su color más auténtico.




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